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Nombre: Marcela Nangarí Varas
Ubicación: Chile

Mi mayor interés es hacer trabajos y cosas que traigan valor a mi vida y a la vez yo pueda hacer lo mismo por los demás.

sábado, noviembre 12, 2005

VERDADERA LIBERTAD

La pérdida de libertad siempre la había concebido como estar entre rejas, o sea "presa", pero cuando entendí que yo también estaba privada de libertad a través de mis propios rollos mentales, comencé a vivir mis días desde una postura diferente. Los invito a compartir la opinión de Michelle Rougier H., sicóloga Preuniversitario de la P. Universidad Católica de Chile. (La Tercera, Fecha edición: 07-11-2005).-


Queremos ser libres y creemos serlo cuando podemos tomar nuestras propias decisiones con autonomía e independencia de los demás; cierto. Sin embargo, la mayor falta de libertad la experimentamos producto de las limitaciones que nos imponemos nosotros mismos a través de lo que pensamos y sentimos en relación a nuestra persona y a los que nos rodean.
¿Estás libre de sentimientos que te atan de manera negativa a otros? Puede que no te consideres una persona rencorosa, sin embargo piensa por un momento; ¿hay alguien del cual acostumbres expresarte mal, o que al recordarlo te dé mucha rabia? Resentirnos con alguien significa volver a experimentar aquello desagradable que se dio en el pasado. ¿Para qué, o con qué objeto nos atamos a una situación desagradable?
Más de alguna vez has tenido el deseo de devolver mal por mal o de tomar venganza. Puede parecer exagerado, pero nos pasa ¿o no? Existe otra alternativa, quizás más sana en términos emocionales, que es pensar en perdonar a quien nos hirió.
Hace poco escuché un interesante planteamiento: "El punto no es elegir vengarse o perdonar, sino olvidar. Olvidar es, a la vez, la mayor venganza y el mejor perdón". Sin embargo, olvidar no es nada fácil.
Sin pretender dar una respuesta que, por lo demás, ha sido buscada infructuosamente por más de algún filósofo o destacado pensador, un requisito para perdonar y olvidar es primeramente reconocer lo que sentimos. Expresarlo sincera y respetuosamente al otro, es el siguiente paso. Sólo después de esto, podemos decidir perdonar.
Perdonar es una decisión, es un acto de voluntad, que hacemos en privado, más allá incluso de los sentimientos involucrados. Yo no perdono porque así lo quiera hacer, porque sea mi deseo; perdono porque decido liberarme de una carga que no me deja en paz, aunque incluso no me lo hayan pedido. Perdonar también es hacerlo conmigo mismo.
La verdadera libertad comienza aquí.

1 Comments:

Blogger Unknown dice...

Marce:
Buen artículo. El Apostol Pedro preguntó"cuantas veces debo perdonar". La respuesta simple y categórica 70 veces 7.
Al principio cuesta mucho, además, el perdón debe inlcuir olvido.
Felicitaciones

2:52 p. m.  

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